Este estudioso pasa revista al caso de un componente básico de la “bandera dominicana” ante el DR-CAFTA
Por Sergio Antonio Grullón
En el 2013, Juan Manuel Portela rechazó mi venta de secadora de arroz diciéndome en tono de que sabía lo que me estaba diciendo: “no venda tus máquinas diciendo que duran mucho porque aquí con el DR-CAFTA no va a haber arroz”. Ese fue parte de los fuetazos que la familia de quien firmó el DR-CAFTA recibió del gremio empresarial arrocero. Pero bueno, llegamos al año en que importar arroz desde los Estados Unidos de América se puede hacer sin necesidad de un permiso discrecional bajo el amparo del decreto del Presidente Fernández 705-10 con su carnavalesco artículo 11; el enigma del porqué no fue derogado en todos estos años es tarea pendiente de periodistas-historiadores.
En un manejo cuasi perfecto del obsoleto libro de las 48 fantasías del poder, el aspirante a Mackandal con perfil Henri Christophe preparó el escenario que terminará en “esa proliferación de miserias, que los más resignados acababan por aceptar como prueba de la inutilidad de toda rebeldía”, según lo describe Alejo Carpentier, en su libro “El reino de este mundo”. Apoyado por un Estado inagotable en la isla de lo “real maravilloso”, el productor de arroz está contento con los subsidios del gobierno: 5 mil millones en fertilizantes, 1 mil millones en impuestos de los desabastos de la OMC, 200 millones en semillas, entre otros.
Contraste, DR-CAFTA y éxito
Esa bonanza contrasta con el trato al Dr. Federico Cuevas Pérez, quien murió sin haber recibido su remuneración de sus últimos dos años de vida, en los que tuvo que pagar de su bolsillo para viajar a la tierra de Duarte. Su mujer murió menos de un año después del descanso eterno del doctor, sin haber recibido un chele tampoco. El Doctor no alcanzó a apreciar la bonanza de arroz en la cosecha del 2021 gracias a su trabajo tesonero y honrado en el desarrollo de una variedad de semilla que permitió una cosecha récord. Gracias al apoyo del Presidente Mejía, en aquella mañana del suculento mangú encebollado con huevos revueltos preparado por Mecho, el Ing. Cristino Durán contó con un documento rubricado que garantizaba la certera decisión de dar continuidad en Bioarroz.
Por cierto, esas semillas se secaron en un complejo de secado que el Presidente Abinader no ha podido visitar por su apretada agenda de cuatro años, localizada en la única provincia con el doble-play alcaldía y senaduría al partido oficial. Ese centro fue visualizado, comprado y construido durante el gobierno del Presidente Medina.
No hay plazo que no se cumpla
Llegamos al año en que después de mucho blablablá, la realidad se impuso. Y quien no seca en el punto G del arroz, 13.75%, ha botado el dinero. El tema de si el arroz crece, se para, granea o se apasta, importa menos; la agricultura es una actividad financiera y como tal tiene que hacer plata. Ahora es libre competencia, el proceso darwiniano mostrará cuál de los germanos fue ícaro y cuál fue águila.
Llegamos al año en que veremos si también se liberaliza la importación de los fertilizantes e insumos necesarios para la soberanía alimentaria, o si el gesto de la botella de vino hacendado simbolizaba la posición genuflexa con la quinta cara de angelito doremí eternizada en la Catedral Primada de América.