Historia de la mujer que conectó a un barrio

Redacción: Por la Línea
Historia de la mujer que conectó a un barrio

Al contar la historia de la mujer que conectó a un barrio, Juan Pablo Bourdierd va más allá de la vida de Elsa y de una familia que es fiel estampa de la identidad santiagorrodriguense.

Por: Juan Pablo Bourdierd

Sabaneta, Santiago Rodríguez, RD. Elsa Rafael Rodríguez Paulino (Elsa la de Poliguá), como la conocen los santiagorrodriguenses, siempre ha sido una mujer de trabajo, querida por los vecinos, muy especialmente los tomineros; de corazón noble de buen trato, siempre dispuesta ayudar.

Quiero compartir esta breve reseña a modo de agradecimiento y cariño a Elsa la de Poliguá. Mientras hacíamos una diligencia con la familia en la Plaza Sabaneta (tienda de los chinos) entré a su casa a saludarla porque tenía muchos años que no lo hacía. ¡Qué bueno fue recordar y seguir aprendiendo con ella!

Elsa tuvo la suerte de tener el primer televisor y el primer teléfono en Los Tomines, eso quiere decir, cine a casa llena. Hablo de los años 1977/78.

Elsa Rafael Rodríguez y José Antonio Villalona Paseaux se unieron de manera libre el 03 de enero del año 1969 y luego se casaron formalmente en el año 1982. De esa unión llegó al hogar el ingeniero José Omar Villalona.

Elsa conectó a un barrio y crió a muchos

Elsa crío a muchos jóvenes, entre ellos: Nelson, …, y Denny, quien era como un hermano para mí aunque luego tuvimos enemistad de muchachada, pero ese es mi hermano. Con él comenzó esa relación y acercamiento a la señora de la casa y José Antonio Villalona Paseaux (Poliguá).

Así comenzó la relación, solo nos separaba un solar y varias cuerdas de alambre, lo que hoy es el Almendro (antes ese amplio solar era de Fausto Bueno). Desde que comienzo a visitar mi nuevo amiguito, allá encuentro algo que nunca había visto ni tenido, un televisor marca Philco, con imagen en blanco y negro. Allá veía el Show del Mediodía, el Chavo, el Chapulín y recuerdo que Elsa veía una novela llamada Mundo de Juguete, que no sé si terminó, pero cuando ella estaba viendo su novela, era zona restringida porque ella decía que eso era para adultos.

Aunque en mi casa me enseñaron a lavar, fregar y suapear, en la casa de Elsa también le ayudaba a mi amigo Denny. En ese tiempo presentaban cada sábado a las 5:30 la lucha libre por televisión, (la lucha de Mr. Lee) en el canal 11 (Rahintel). La jefa de la casa era conserje en la escuela Ana Joaquina Hidalgo, entonces había que tenerle todo limpio, porque si no cuando ella llegaba a casa, a mi amigo le pegaban la codera, piquete a los ojos, les daban “suplé” y lo tiraban de la tercera cuerda. Era mejor ayudar para que todo estuviera bien y para que el cine de cada sábado pudiera estar a casa llena.

A la vanguardia de la comunicación

La casa de Elsa siempre estuvo a la vanguardia de la comunicación, con el primer televisor del barrio los Tomines, pero también el primer teléfono. Para aquel tiempo era suficiente con dos dígitos, el de la casa de Elsa era 70. Aquel aparato disponía de una manigueta para llamar a la central, y la central marcaba al número que el cliente le pedía. Esta compañía era del montecristeño Segundo Batista, la oficina estaba frente a donde hoy está ubicado el Centro Médico Gran Poder de Dios, en la casa de la maestra Fifa. La central estaba en donde hoy opera el mecánico Juan Pablo Rodríguez (El Lápiz).

Luego Codetel, lo que hoy es Claro compró la Compañía Noroestana de Teléfonos, de Segundo Batista. Entonces se instalaron donde hoy tienen su planta actual. Para ese tiempo ya era necesario tener más dígitos; a Elsa le cambian el número telefónico a 580-2477. Este servicio no lo usaba, no tenía a quien llamar.

En los primeros días, cuando llegué a la casa de Elsa Rodríguez (Elsa la de Poliguá) y José Antonio Villalona Paseaux (Poliguá), no los conocía bien. Luego supe que se trataba de un legendario electricista que había nacido en Santiago de los Caballeros y que el destino lo llevó a Santiago Rodríguez. Para aquel tiempo, mi recién conocido amigo Denny me enseñó un cuarto de regueros, donde trabajaba el jefe de la casa. De aquel tiempo rememoro aquella llamativa foto en la pared norte: un calendario con la imagen del máximo líder del Partido Revolucionario Dominicano (PRD), José Francisco Peña Gómez. Para mí, lo más llamativo era el extraordinario parecido entre aquellos hombres. La propia Doña Elsa lo admite: “sí, se parecían”, dice.

El origen de Poliguá

José Antonio Villalona Paseaux (Poliguá), según sus familiares nació en Santiago y migró a esta provincia, convirtiéndose en uno de los mejores electricistas de Santiago Rodríguez. Recuerdo que siempre estaba entre las mejores construcciones. Además de electricista también tenía muy buenos conocimientos de electrónica; en su casa tenía una habitación que era de trabajar electrónica y algo de electricidad. De él recuerdo su contundente respuesta cada vez que yo le decía que era suya esa foto colgada en la pared. “No, ese es Peña Gómez”, decía Poliguá.

El empresario alemán establecido en el barrio la Joya, Rodolf Schaeffler, fue quien le puso el sobrenombre de Poliguá a José Antonio Villalona Paseaux. Pero el extranjero no le llamaba Poliguá, sino, “Boliguá”, lo que no impidió que las demás personas comenzaran a llamarle “Poliguá” y así quedó en el gusto de sus amigos y conocidos.

Entre las múltiples anécdotas de Poliguá

Rememora Elsa que cuando él bebía alcohol lo podía hacer durante una semana o más sin escala, cosa que también viví. En aquellas ocasiones, cuando lo llevaban o llegaba a la casa, “no se podía contar con él para nada”, cuenta la doña. “A él le tocaba ir todos los días a prender el transmisor de Radio Zamba para el programa Alegre Amanecer con los Comerciantes, que producía César Augusto Álvarez, pero era imposible que él se levantara, tenía que ir yo a encenderlo”, dice Elsa.

José Poliguá trabajaba como un burro, aunque también bebía alcohol como un elefante. Para un diciembre viví otra poliguasada en carne propia. Habiendo mucha comida, carne y ensalada “por un tubo”, llegó Villalona Paseaux en la tardecita a su casa con una caja de zapatos entre los brazos. Se sienta y se pone su calzado nuevo, camina un poco, se da cuenta que le molesta en el dedo meñique y le dio dinero a Denny para comprar una navaja Gillette. Señores, a los zapatos nuevecitos le sacó la parte del dedo meñique, y ante el asombro colectivo solo atinó a decir: “ah no, yo no puedo andar cojo”.

La Asociación de Electricistas de Santiago Rodríguez se llama José Poliguá, en honor a José Antonio Villalona Paseaux.

*Este trabajo ha sido realizado con las colaboraciones de: Ángel María Rodríguez (Cacón), Manuel Ramos, Víctor Uceta (Esteban), Felipe Hidalgo, Nelson Torres y algunos que han preferido mantenerse anónimos.

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