La fatal ignorancia en torno a la gestión ética, estratégica, sistémica y profesional de la comunicación interpersonal, institucional y comercial, es, sin duda, el factor que más brechas produce entre la realidad de los hechos y los contenidos del relato público.
Por J. Luis Rojas.
Pocas cuestiones, dificultades e incertidumbres han sido tan diagnosticadas como el rol de la comunicación dentro y fuera de las organizaciones. Pese a ello, continúa siendo un tema poco entendido por muchos directivos, ejecutivos y gerentes de empresas, instituciones y marcas, así como por líderes empresariales, políticos, sociales, académicos y profesionales de diferentes áreas del saber. La incoherencia e inconsistencia entre la realidad de los hechos y los contenidos del relato público, produce de manera continua grandes brechas entre el ser y el parecer de las empresas, las instituciones, las marcas y las personas.
Dentro y fuera de muchos de los ámbitos, en los que operan determinadas empresas, instituciones y marcas, se crean diferentes tipos de brechas motivadas por una mala gestión de su comunicación interna y externa. Por ejemplo, cuando las acciones que ésta desarrolla no añaden valor al clima laboral, a la toma de decisiones, a la articulación de los de brecha de comunicación es cuando una empresa, institución, marca o persona, con o sin motivos reales, suele distanciarse de sus colaboradores, clientes, consumidores y relacionados. Es decir, establecer relaciones de muro con sus grupos estratégicos y de interés. Manipular las audiencias con relatos sustentados en mentiras, es una acción comunicacional que estimula brechas entre el ser y el parecer.
Por lo general, las brechas internas y externas de comunicación suelen poner en alto riesgo la estabilidad de los activos tangibles e intangibles de las empresas, las instituciones y de las marcas. Son muchos y variados los factores que están detrás de las brechas que se originan como resultado de una inadecuada gestión de la comunicación institucional y comercial o de marketing. Uno de ellos es la falta de competencias blandas y duras del personal responsable de planificar, gestionar y controlar los diferentes tipos de comunicación. Además, el no concebir la comunicación desde la perspectiva holística o sistémica.
El conocimiento superficial y limitado que tiene un segmento importante de determinados conglomerados humanos, con respecto a la comunicación como eje estratégico y transversal a todos los procesos y actividades humanas (sociales, productivas, económicas, políticas, educativas, científicas y culturales, etcétera), representa una de las principales causas generadora de brechas comunicacionales. Mostrarse en los medios de comunicación como empresas, instituciones y marcas superestrellas, mientras que el terreno de os hechos actúan al margen de la ética y la responsabilidad social, es otra forma de crear brechas de comunicación.
¿Cómo encontrar los gérmenes que provocan las brechas entre las fuerzas restrictivas internas y externas, así como las posturas estratégicas de respuestas desde el ámbito de la comunicación? Desde esta mirada, lo más lógico y normal sería pensar que el talento humano de comunicación tiene pleno conocimiento y dominio de ciertas herramientas de investigación, las que si se diseñan y aplican correctamente pudiesen proporcionar informaciones oportunas y confiables, con respecto al pasado, presente y futuro del micro y macroentorno que rodean el quehacer y la toma de decisiones de las organizaciones y de las marcas.
Sin lugar a duda, gestionar la comunicación institucional y comercial desde una concepción ética, transparente, sistémica, estratégica y profesional, garantiza la sostenibilidad de los activos tangibles e intangibles de las empresas, las instituciones y de las marcas. Cada vez que se incurre en una o varias de las siguientes acciones o creencias, ya sea de manera consciente o inconsciente, se crean las condiciones idóneas para que surjan brechas, las que en el corto plazo se convierten en fuerzas restrictivas internas y externas:
- La incongruencia entre el pensar, el decidir, el hacer y el decir.
- En no honrar las promesas.
- Pensar que la cultura de actuar y hablar desde la mirada de la doble moral, no afecta la calidad reputacional de las organizaciones, las marcas y de las personas.
- Gestionar la visibilidad solo desde la perspectiva mediática.
- La actitud de pedir disculpas con arrogancia y prepotencia.
- El número de informaciones remitidas a los medios de comunicación es superior y diferente a los logros alcanzados.
- La información ofrecida genera percepciones y opiniones diferentes a las deseadas.
- La forma y contenidos del relato público no coinciden con la praxis ordinaria.
- El objetivo de la narrativa institucional pretende crear falsas expectativas a las audiencias cautivas y potenciales.
- Los mensajes de la comunicación comercial se enfocan a sobredimensionar los atributos y características de las marcas, productos y servicios.
- Elaboración y difusión de mensajes para apelar a las emociones y sentimientos de las audiencias, con la finalidad de crearles expectativas, deseos y necesidades superfluos.
- Construir historias falsas y difundirlas como si fuesen reales.
- Utilizar de manera deliberada el poder persuasivo de los medios de comunicación masiva para ocultar consecuencias negativas derivadas de malas prácticas.
- Gestionar la comunicación institucional y comercial solo desde las expectativas e intereses de los directivos, ejecutivos y gerentes de las organizaciones y de las marcas.
- Emplear los medios internos y externos de comunicación para mentir y manipular a las audiencias clave.
- El no entender el rol estratégico y transversal de la comunicación, tanto dentro como fuera de las empresas, instituciones y marcas.
- Creer que la comunicación institucional y comercial, solo sirve para mitigar los efectos provenientes de determinadas crisis.
- Imaginar que cualquier fantoche tiene competencias, habilidades y experiencia para hacer de la comunicación un medio efectivo para prevenir las brechas que ponen en alto riesgo la estabilidad de los activos tangibles e intangibles de las organizaciones y de las marcas corporativas y comerciales.
Tomando como punto de referencia la veracidad, coherencia y consistencia en lo que dicen ser, lo que aparentan ser y lo que en el terreno de los hechos son determinadas empresas, instituciones y marcas, podría afirmase que muchas de ellas se han ganado los primeros galardones como las entidades que más brechas generan entre los mensajes de su comunicación institucional y comercial y los enunciados de sus respectivas misiones valores, propósitos y principios:
AFP Crecer (Scotiabank).
AFP Popular (Banco Popular).
AFP Reservas (Banreservas).
Siembra (BHD León).
La Romana.
MAFRE Salud ARS (BHD León).
ARS Humano (Grupo Empresarial Humano).
ARS Universal.
ARS Yunen.
ARS Monumental.
El Consejo Nacional de Seguridad Social (CNSS).
El Ministerio de Obras Públicas y Comunicaciones.
Las Cámaras de Senadores y Diputados de RD.
La Dirección de Información y Defensa de los Afiliados a la Seguridad Social (DIDA).
La Superintendencia de Pensiones (SIPEN).
La Dirección General de Migración.
Pro-Consumidor.
Entre otras tantas agencias públicas, empresas privadas y marcas corporativas y comerciales, las que de manera continua manifiestan incoherencia e inconsistencia entre lo que lo deciden, hacen y dicen. En el macroentorno actual, en el que los miembros de las generaciones Z y millennials, constituyen un segmento influenciador de mucha importancia, el arte de mentir y manipular a las audiencias puede transformase en navaja de doble filo.
Como se puede observar, no cualquier pelafustán cuenta con las competencias blandas y duras para detectar y afrontar las fuerzas restrictivas internas y externas que ponen en el borde del precipicio los activos tangibles e intangibles de las empresas, instituciones y marcas. En pocas palabras, la fatal ignorancia en torno a la gestión ética, estratégica, sistémica y profesional de la comunicación interpersonal, institucional y comercial, es, sin duda, el factor que más brechas produce entre la realidad de los hechos y los contenidos del relato público. Entiéndase, la incongruencia entre el discurso, los hechos y la práctica.