Por: Yris Neida Cuevas
Daioni Montero, ronda los 13 años de edad, los que ha vivido “arrastrando” la miseria y la inequidad social que le ha tocado. No se sabe con precisión, si la inmovilidad de sus piernas se debe a un problema congénito, ya que nació así, o una de esas circunstancias derivadas de un sistema de salud “ineficiente”, la niña fue operada, pero su situación se agudizó, según narra la abuela, que se ha hecho cargo de su cuidado.
No obstante, sus limitaciones físicas, que se suman a su extrema pobreza, no han mermado las ganas de sentirse normal y estudiar, asistir a la iglesia y compartir con sus amigos.
El tono bajo de su voz, rompe el agudo silencio que desde su inocencia la embarga “quiero una silla de ruedas” dice ante la motivación de las personas que buscan ayudarla.
Su rostro refleja inocencia y sus hermosos ojos tristes y saltones evidencian la calamidad que ha mantenido durante toda su vida. Esta adolescente, no solo necesita la silla de ruedas que le permite mejor movilidad, su situación de pobreza, es tan deprimente, que lo poco que consiguen para sustentar las necesidades prioritarias de alimentación, ropa y aseo, deben utilizarlo también en la compra de pañales desechables que requiere para sus necesidades fisiológicas.
Su abuela, Beatriz Mateo, debe lidiar día a día con la situación, vende naranjas en el mercado y cualquier otro producto que consigue en la loma, pero hace lo posible por la subsistencia de la nieta y sus hermanos, que quedaron huérfanos, frente a la adversidad de un sistema de inequidad social, sigue adelante, pero requiere de una ayuda fija, para mejorar su situación, aunque refiere que la prioridad en la silla de ruedas porque ya no tiene fuerzas para cargar a la jovencita.
Para ayudar a Daioni a tener mejor calidad de vida, puede comunicarse al (829) 603 4757 y (809) 606 0942. La solicitud la hace la iglesia Cristo Misionera Subiendo al Paraíso, de la comunidad de Jorgillo.