Historia del Hospicio San Vicente de Paúl, de Santiago

Redacción: Por la Línea
Hospicio

Por Edwin Espinal Hernández, historiador.

Los orígenes del Hospicio San Vicente de Paúl se remontan al 2 de mayo de 1923, cuando el farmacéutico Emiliano Bergés rescató de las calles de la ciudad de Santiago a tres infelices ancianas, pobres de solemnidad, sin protección ni albergue, y obtuvo permiso de la sociedad La Caridad para alojarlas en el edificio ocupado antiguamente por el hospital San Rafael, construido por ella en la calle 30 de Marzo, próximo a la estación del Ferrocarril Central Dominicano, sin tener que pagar alquiler.

Edwin Espinal Hernández, historiador.

Al día siguiente y con el objeto de dar una mayor dimensión a su obra y crear un hospicio para pobres, se constituyó una Junta de Beneficencia integrada por las siguientes personas: Amelia Julia Vda. Espaillat, presidente; Rosa Batlle de Tavares, vicepresidente; Aida Franco de Julia, secretaria; María Grieser de Tavares, Herminia Bordas de Bergés, Felicia Espaillat de Tavares, Mayún de Saleta, Claudina Moya de Grieser, Regina Silverio, Adela Stefani, Adela Franco, Virginia Julia, Ulises Franco Bidó y R. César Tolentino, vocales, y el propio Emiliano Bergés, director tesorero.

La sociedad La Caridad cedió el edificio del hospital para su establecimiento y a pedido de la sociedad San Vicente de Paúl, presidida por la educadora Rosa Smester, y la Junta de Beneficencia, el 15 de junio de 1923 creó la “Rama San Vicente de Paúl”, presidida por la profesora Smester, para la fundación del que originalmente se denominaría “Asilo de Ancianas San Vicente de Paúl” y cuya administración estaría a cargo del Lic. Bergés.

El Oficial del Distrito Sanitario de Santiago, Lic. Guarionex Llinás, también socio de la sociedad La Caridad, dirigió la pintura y limpieza del local y la pavimentación de sus pisos, el cual quedó habilitado para recibir hasta 30 asilados, 20 mujeres y 10 hombres.

A instancias de Llinás, coincidencialmente, el ayuntamiento de la entonces común de Santiago había votado el 22 de mayo anterior un Reglamento sobre Mendicidad, que prohibía su práctica e imponía la reclusión de los que fuesen declarados mendigos en una casa-asilo, en cuyo sostenimiento participaría la sociedad San Vicente de Paúl, y que en la práctica no fue sino el hospicio San Vicente de Paúl.

El hospicio quedó instalado y bendecido el 8 de julio de 1923, después que dos semanas antes, el 23 de junio, el periódico La Información llamara a la sociedad santiaguera a cooperar para completar su ropero y mobiliario. La señora Idalia González Nouel, esposa de Enrique J. Espaillat Julia, hizo el primer donativo.

Limosnas

Inicialmente, producto de las colectas que se realizaban semanalmente en el sector comercial y entre personas de reconocido espíritu caritativo, cada sábado, el hospicio repartía entre los limosneros que no habían ingresado a su establecimiento y que eran identificados por un certificado de asistencia, entre 25 y 40 centavos y un peso, suma que se entregaba después de una investigación realizada una comisión compuesta por un miembro de la Oficina de Sanidad, uno de la Comisaría Municipal y tres socios de la sociedad San Vicente de Paúl.

Esas contribuciones se hacían siguiendo el mandato del reglamento municipal, que preveía una limosna a los desvalidos recluidos en casas particulares. Además del aporte económico, se regalaban botellas de leche, y ocasionalmente, ataúdes para los que fallecían en los barrios de la ciudad.

Ese servicio estaba a cargo del Inspector de Sanidad Froilán Tavárez, quien era acompañado, entre otras, por las señoras Adriana Lora Vda. Mencía y Encarnación de Virella. El resto de los fondos recaudados servía cubrir para la manutención de los asilados, gastos de lavado, planchado, cocina, alumbrado y pago del personal, compuesto por un mayordomo, un auxiliar y una cocinera.

Aquellos que decidían ingresar a la institución debían elevar una petición a la presidenta de la sociedad por sí o por intermedio de un representante; un inspector verificaba si el solicitante no tenía recursos ni deudos para asistirlo y un médico certificaba que no padecía de enfermedad alguna.

Pese a la reducción de la mendicidad lograda en un primer momento, algunos pordioseros que recibían ayudas en el hospicio iban a las calles a pedir, lo mismo que haitianos y limosneros que llegaban desde otras ciudades.

Cuando el número de pedigüeños disminuyó, particulares y comerciantes redujeron o no siguieron abonando cuotas semanales de 1 a 5 pesos para que fuesen repartidas por la sociedad San Vicente de Paúl y de ese modo quedara restringida totalmente la mendicidad callejera. Por esa razón, para 1926, el número de mendigos llegó a superar la cantidad existente al momento de su creación.

En 1924, el gobierno le asignó por primera vez una subvención mensual y en 1926, el ayuntamiento de Santiago donó a la Rama San Vicente de Paúl un terreno en el barrio de Villa Belén –antes El Maco-, en el espacio proyectado para el denominado “Jardín Escolar” –nunca construido- , en la parte norte de la ciudad, para la construcción de un edificio propio.

Diseñado por la Dirección General de Obras Públicas, su construcción se inició en ese mismo año, bajo la dirección del maestro de obras Federico Villamil, quien construyó sus tres pabellones interiores. El Ing. Nicolás Cortina lo concluyó en 1929.

Inauguración

El edificio fue inaugurado y bendecido el domingo 5 de enero de 1930, con la asistencia de Monseñor Adolfo Alejandro Nouel, Arzobispo de Santo Domingo, durante la presidencia de la señora Regina Silverio. Tuvo un costo de $20 mil y sus dimensiones fueron 138 pies de largo por 47 de ancho; el techo, como ahora, estaba cubierto de zinc y sus pisos y galerías solados de mosaicos.

En el cuerpo central se encontraban, en un extremo, la capilla y las habitaciones de las Hermanas Mercedarias de la Caridad, que quedaron a cargo de los ancianos residentes –sor Josefina Lara, sor Angeles Joven, sor Balbina Lerga y sor Angela Santesteban, superiora-; en el otro, los salones para administración y enfermería. En dos de los pabellones se distribuían, separadamente, dormitorios de hombres y mujeres, y en el tercero se hallaban el comedor, la cocina y el lavadero.

Con el paso de los años, a la estructura original se le fueron adicionando nuevos elementos: como complemento externo, en 1942, el ayuntamiento de Santiago dispuso la construcción de una plaza entre el hospicio y el hospital San Rafael en las manzanas municipales 117,118 y 119, ubicadas entre las calles Sabana Larga, al este; Cuba, al oeste; Pedro Francisco Bonó, al sur, y la línea férrea por el norte, inaugurada en 1959 con el nombre parque Angelita y que es el hoy parque Ercilia Pepín; en 1945 se comenzó la construcción de un cuarto pabellón y en 1962 se concluyeron las verjas laterales que delimitan su solar; la frontal fue donada por el señor Agustín Pimentel.

En 1970 se construyó una cisterna, que fue accionada por una bomba eléctrica donada por el Club Rotario de Santiago, y en 1980, bajo la presidencia de Betty García viuda Román, se inició la construcción de la primera etapa de un proyectado centro geriátrico anexo al mismo, a un costo de RD$300,000.00.

Este centro, concluido en 1982, se compone de tres pabellones: uno para el dormitorio de las religiosas, otro para comedor, sala y área de manualidades, y un tercero para área de planchado, lavadero y oficinas. Los fondos para su erección fueron aportados por la iglesia Misserera, de Alemania.

Las integrantes de la Sociedad San Vicente de Paúl impulsaron estas obras al amparo de su personería jurídica, reconocida por decreto No.562, del 15 de diciembre de 1942; con el paso del tiempo, alcanzaron nuevos logros: en 1989, gracias a donaciones de las fundaciones inglesa y estadounidenses “Help the Aged” y “Public Welfare”, gestionadas por la entonces embajadora alterna de la República Dominicana ante la Organización de las Naciones Unidas (ONU), Julia Tavares de Alvarez, fue instalada una lavandería automática para el servicio público, dotada de doce lavadoras y cinco secadoras.

En 2003 fue inaugurado el Centro de Terapia Física y Ocupacional San Vicente de Paúl, el cual está orientado a restablecer la movilidad, minimizar el dolor y acelerar la recuperación después de cirugías, fracturas o enfermedad permitiendo al paciente reintegrarse a sus labores cotidianas.

En 2012 abrió sus puertas el Centro Residencial “Edad Dorada” con el objetivo de brindar servicio a adultos mayores; donado por el ayuntamiento del municipio de Santiago y equipado gracias a las gestiones de la embajada de Japón en República Dominicana, año en que también fue inaugurado un consultorio dental, equipado por el Ministerio de Salud Pública, y concebido para evaluar de manera periódica las condiciones bucodentales de sus adultos mayores residentes.

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