Como los malos estudiantes

Redacción: Por la Línea
Néstor Estévez

Ojalá nos entusiasme la idea de ser promovidos. Ojalá logremos escapar a tan inhumana embestida. Ojalá nos decidamos por aplicar filtros para enterarnos y para hacer saber.

Por Néstor Estévez.

En estos días he recordado con cariño a un maestro que solía comparar la longaniza con el mal estudiante. Cuando alguien preguntaba la razón, el maestro, con exagerada pose intelectual, respondía “porque ambos repiten”.

Si nos fijamos en lo que domina la circulación de mensajes desde final de febrero y a los más diversos niveles, necesariamente habría que concluir que nos está ocurriendo como a los malos estudiantes, y si nos acogemos al criterio del maestro referido, también como a la longaniza.

De repente encontramos que sobran los “expertos” en relaciones internacionales, en temas diplomáticos, en geopolítica, en asuntos bélicos, en historia de los países eslavos, y con especialización en temas ucranianos.

Ese supuesto conocimiento encuentra un especial caldo de cultivo en una etapa en la que cualquiera hace saber. Desde quien, perversamente, manipula información hasta quien, ingenuamente, redifunde lo que le llega.

Esto, como es lógico entender, es aprovechado por quien tiene claridad en sus objetivos y las estrategias a aplicar para lograrlos. Como contraparte, quien procede ingenuamente suele ser arrastrado por la tristemente famosa “viralidad”.

Se supone que todavía no hemos logrado salir de Covid-19. También se supone que lo vivido durante los dos últimos años ha debido ser lo suficientemente impactante, real y mediáticamente, para que aprendamos sobre crisis, sobre realidades y sobre manejos de percepciones.

Ya sabemos que, con la avalancha de mensajes que caracteriza la actualidad, se hace imposible gestionarlos adecuadamente. Eso, se supone, ha de alertarnos para evitar que cualquiera altere nuestras emociones. ¿O hemos olvidado que eso afecta nuestro equilibrio y nuestro bienestar e impide nuestro avance?

Se nos ha explicado que toda crisis incluye las etapas de miedo, aprendizaje y crecimiento. ¿Es tan difícil entender que, superado el miedo a la (casi) pasada, hacía falta otra crisis que lo renovara? Parece muy duro, pero esa es la lógica de quien usa el miedo como herramienta de poder.

Veamos algunos resultados inmediatos. Con solo ocurrir el detonante de la crisis de moda, comenzaron a dispararse los precios del crudo Brent, del trigo, del maíz, del aceite y otros productos de consumo masivo. Y como si faltara más, los muertos suelen ser civiles y uno que otro soldado, mientras los “líderes”, a distancia, manejan los temas “de alto nivel”.

Por eso en estos días sobran historias enternecedoras. Por eso difunden “informaciones” de otros lugares y de otros tiempos, haciéndolas parecer como actuales y relacionadas con la crisis actual. Por eso son reproducidas a velocidades muy difíciles de medir las imágenes (preferiblemente en videos cortos) que van desde lo trágico hasta esa modalidad “creativa” que parece ignorar los límites entre el dolor y el gozo.

Desde la risa que provoca una imagen “simpática” hasta el dolor más grande que nos toque vivir son sentimientos aprovechados por quienes, desdiciendo de su condición humana, ignoran límites, cuando de sus apetencias se trata.

Con la sobreinformación, aniquilan las posibilidades de que gestionemos de manera adecuada los sentimientos, emociones y acciones que se generan a partir de cada mensaje. Con tanto contenido nocivo, disfrazado de información, solemos ser engañados o desviados de lo esencial.

Hasta que no nos detengamos, lo más seguro es que corramos la suerte descrita a modo de comparación por el maestro referido al inicio.

Ojalá nos entusiasme la idea de ser promovidos. Ojalá logremos escapar a tan inhumana embestida. Ojalá nos decidamos por aplicar filtros para enterarnos y para hacer saber.

De lo contrario, se impondría como sentencia lo indicado por el prominente médico psiquiatra, psicólogo y ensayista suizo Carl Gustav Jung: “Quienes no aprenden nada de los hechos desagradables de sus vidas, fuerzan a la conciencia cósmica a que los reproduzca tantas veces como sea necesario para aprender lo que enseña el daño de lo sucedido”.

Compartir
0 Comentario

You may also like