Por Antonio Villar
Son muchos los temas que podrían ser tratados en un escrito como este, pero hay uno que me aterra y es el futuro de mi país. Ya en otras ocasiones he hablado del fenómeno del estancamiento o inercia y el fenómeno de la entropía. Cuando en un conglomerado social no existen reglas claras y que se cumplan, ese conglomerado está condenado al desastre.
Como he dicho en otros escritos, existe lo que se conoce como el gatopardismo, donde se hacen muchas cosas aparentemente con el propósito de crecimiento, desarrollo y cambios positivos, pero en el fondo, al final, son muchos cambios para que las cosas permanezcan igual. Lo terrible es que no permanecen igual porque, si no logramos avanzar poniéndonos por lo menos a la altura de mantener el equilibrio, indudablemente que el proceso es de retroceso.
Todo el mundo sabe, y no entiendo por qué no se hace nada, que cualquier tipo de acción que se ejercite tiende a crecer. Entonces, ¿cómo es posible que no nos demos cuenta de que vamos caminando hacia una catástrofe social donde podría incluso desaparecer nuestro pueblo como nación? Ciertamente, no va a desaparecer el territorio, pero lo que un día se llamó pueblo dominicano hoy está desapareciendo poco a poco y muchas de las características fundamentales que hacían especial a este pueblo hoy día prácticamente han desaparecido.
Escenarios del país
Cuando se evalúan los diferentes escenarios, en todos se ve el crecimiento indetenible de la capacidad de abuso. Casi la totalidad de los encargados de administrar el país se comportan controlando a los otros para no dejar escapar de sus manos el poder de ser ellos quienes manejen el descontrol. Lo importante en todos los casos es que el abuso no esté bajo el control de otro, sino bajo mi control. Eso es lo importante para todo el que ocupa posiciones de responsabilidad.
Es asombroso cómo uno ve en las calles del país que, por ejemplo, los motoristas se mueven por encima de las aceras como si los transeúntes estuviesen obligados a dejar libre el espacio. Los choferes de guaguas y camioneros hacen lo que les da la gana, hasta donde les da la gana, con quien les da la gana.
Hoy día, en el mundo, se está destruyendo el liderazgo espiritual. Particularmente, la civilización occidental no tiene futuro producto precisamente de esto. La base que le dio origen, los fundamentos de su sostenibilidad, han sido destruidos o están siendo destruidos. En la República Dominicana, los valores que caracterizaban a lo que todavía se conoce como pueblo dominicano prácticamente han sido destruidos, quedando poca cosa y sin la esperanza de que puedan ser rescatados.
Si el liderazgo espiritual de una familia no existe, ¿quién guiará a la familia? Lo mismo puede decirse de una congregación, de una comunidad, de una institución, de una nación. Al final, lo que un día fue el pueblo dominicano no será más que una sucursal, una extensión de un pueblo que ya no es necesario mencionar. Seremos la reproducción perfecta, y quizá no la reproducción, sino la multiplicación que absorbe.
Más preguntas
Yo soy la voz que clama en el desierto. Si no se rescata el liderazgo espiritual que le dé identidad, que le dé unidad, que le dé motivación a lo que queda del pueblo dominicano, ¿qué esperanza queda? Los que dicen trabajar por el desarrollo del país, ¿cuáles son los indicadores, las señales, los signos que ellos proyectan que nos permitan tener la mínima sensación de poder creerles? Sus organizaciones, ¿qué muestran de diferente ahora a lo que mostraban antes o a lo que muestran las demás?
Si alguna vez realmente tienen interés, existen voces como la mía que pueden plantear salidas que, si bien es cierto no son mágicas, son mejores que las que se vienen implementando durante todos los años que hemos tenido para esperar algo mejor de lo que hoy estamos cosechando. Hay solución; pero, ¿dónde está el interés de los que dirigen, no solamente a nivel político, sino a nivel cultural, social o religioso?
Hay solución e invitamos a los que se molesten por lo planteado aquí, a que se dispongan a impulsar proyectos piloto en su entorno, donde aparezcan modelos que inspiren a los niños, los jóvenes e incluso a los no tan jóvenes a ejercitar actitudes, habilidades, hábitos y talentos que permitan ver que nos estamos humanizando.
Este pueblo era identificado como un pueblo altamente afectuoso, altamente solidario, alegre y muy dado a cultivar los altos valores. Los que piensen que estamos equivocados, que nos den señales, que nos muestren indicios, síntomas de que se mueven cosas que van en sentido contrario a lo planteado aquí.